Del consciente e inconsciente en las adiciones. El ello, el yo y el superyó.


¿Qué papel juegan el consciente y el inconsciente en la adiciones?

Entendemos por consciente: Conjunto de vivencias que mediante un acto de percepción interna un sujeto puede dar cuenta. Capa superficial de la mente.

Por inconsciente: Disposición mental que presenta aquel sujeto que desarrolla su comportamiento sin darse cuenta, no interviene la voluntad. Proceso mental que se ejecuta de manera automática.

Adicción: Búsqueda patológica de la recompensa o alivio a través de una sustancia u otras acciones. Abuso sostenido de drogas con consecuencias negativas y cambios en la estructura y función del cerebro.

La libertad de decidir de manera consciente está condicionada por la realidad percibida por nuestros sentidos.

La mayoría de las decisiones las toma el inconsciente de manera automática y de manera muy rápida. Así respiramos, vemos, caminamos, leemos, etc. Es nuestro guía.

A nuestro inconsciente lo educamos y entrenamos para que haga tareas de manera rápida y mecánica. Lo enseñamos a leer, traducir, conducir y a hacer infinidad de tareas que si las hicieseis de manera consciente serían muy lentas, engorrosas y a veces ineficientes.

La consciencia procesa una mínima (ínfima) parte de la información.

Aquí y ahora unas reflexiones de mi cosecha sobre algunas adicciones que tienen importancia vital sobre nosotros, la familia y el entorno.

Comenzaré por el alcohol y el tabaco.

La adicción al alcohol, produce los siguientes efectos: desinhibición, euforia, relajación, aumento de la sociabilidad, dificultad por hablar, dificultad para asociar ideas, descoordinación motora y finalmente intoxicación aguda.

Con el tabaco, la nicotina provoca una descarga de adrenalina que aumenta la presión sanguínea, la respiración y el ritmo cardiaco. Activa el circuito de recompensa del cerebro que regula la conducta y la sensación de placer.

El tabaco disminuye la capacidad pulmonar con todo lo que conlleva consigo, intoxica el cuerpo con todas las sustancias químicas que lleva afectando la piel, los órganos, la sangre. No hay parte del cuerpo que quede libre.

El ello, el yo y el superyó.

El ello representa los instintos innatos, la parte anímica, se rige por el principio del placer, todo el ello es inconsciente. Fundamentalmente todo recién nacido es ello.

El yo es la parte racional de la mente que regla y da satisfacción a esos instintos, se comienza a formar a partir de los dos años, desempeña la función de conciliar el ello con el superyó.

El superyó se comienza a formar a partir de la niñez (cinco años) y se enfrenta a los dos anteriores, está influido por la sociedad que nos rodea e intenta evitar confrontación con los demás (entorno).

El ello es animal, el yo humano y el superyó cultural.

En su teoría Freud postuló que alrededor de los cuatro a cinco años, el yo reconoce las demandas del superyó que está empezando a formarse y que le hace considerar lo real pero también lo ideal (es decir, como debe ser nuestra conducta). Esta instancia de la personalidad busca la perfección produciendo  sentimientos de orgullo (positivos) o de culpa (negativos).

 Así en las adicciones se produce un conflicto entre el ello que busca el placer y el superyó que en aras de lo ideal quiere evitar los efectos negativos fisiológicos que conlleva la adicción, la mala imagen ante la sociedad y ante nuestro amor propio (es la aceptación, el respeto, las percepciones, el valor, los pensamientos positivos y consideraciones que tenemos) El yo procura dar satisfacción al ello y entra en conflicto con el superyó generando una dialéctica y oponiendo razones y objeciones a los ideales del superyó.

Como hemos dicho anteriormente el superyó es cultural, por tanto varía en función del entorno, la religión, ideología, sexo, situación económica, estudios, familia y demás condicionantes.

Así el superyó al hacer resumen de lo acontecido a lo largo de todo un día, no queda nunca satisfecho. Ha habido excesos con la bebida, la comida, las drogas, falta de ejercicio físico, comportamiento indebido con los que nos rodean y así una lista que será larga o corta según los ideales del superyó y hace propósito de imponerse al ello al día siguiente.

Llega el día siguiente, los efectos de los excesos del día anterior han disminuido o desaparecido. El ello comienza a demandar placer, buenas sensaciones (tabaco, alcohol, comida, etc.) y aparece el conflicto con el superyó.

El yo en su afán de satisfacer las demandas placenteras del ello argumenta contra el superyó, para que se lleven a cabo los caprichos del ello.

Otras veces, después de un día de excesos, el cuerpo está resentido, el estómago alterado, la cabeza con malestar y el ello no demanda placer y lo ideal del superyó impera pero con el paso del tiempo el cuerpo recupera su tono y el ello ya se siente capaz de soportar nuevas sensaciones, el yo comienza a argumentar que una pequeña dosis de sustancia adictiva es tolerada por el organismo eso lleva a una primera dosis que será la antesala de la segunda.

Las razones aportadas por el yo para satisfacer al ello son variadas y cambian según las circunstancias.

1.-Hoy vamos a tomar menor dosis.

2.-Hoy la vamos a tomar primero para que cuando estemos con el grupo los efectos hayan pasado.

3.-Vamos a aprovechar que ahora estamos solos que luego nos van a ver.

4.-Un poco más no hace daño.

5.-Los que no tienen adicciones también se mueren.

Así con argumentos como estos se podría confeccionar una lista interminable.

Luego están las excusas aportadas por el entorno.

1.-Vamos a tomar algo.

2.-Ahora invito yo.

3.-La última.

4.- ¿Qué pasa? ¿Estás malo?

5.- ¿Tienes prisa?

6.- ¿Te riñen en casa?

7.- ¿Te lo quitó el médico?

8.- ¡Sé un paisano!

Otras veces se recurre al estado de ánimo.

1.-Un vino para calentar.

2.- Un chupito para entonar.

3.-Algo para brindar.

4.-Un quitapenas.

También hay remedios para salud.

1.- Una copa para dilatar los vasos sanguíneos.

2.-Dos vasos de vino al comer son saludables

3.- Licor para hacer la digestión.

4.-Dos copazos para quitar el dolor de muelas.

Ante tantos razonamientos el superyó termina claudicando todos los días.

Así van surgiendo justificaciones estúpidas que terminan minando los buenos propósitos del superyó.

La manera más efectiva para terminar con toda esta dialéctica es tomar la decisión radical de suprimir  totalmente la ingesta de sustancias adictivas, de esta manera se eliminan los razonamientos del yo de:

.-Una dosis no hace daño.

.- Un poco más no lo notan.

.- La vida es para disfrutar.

.- E infinidad de justificaciones absurdas.

.- Los no adictos también padecen y mueren.

Poner en valor la capacidad de hacer valer la voluntad del superyó sobre el yo y el ello es la única manera de terminar con la adicción.

La solución radical es muchísimo más efectiva que el intentar disminuir el consumo, porque aun disminuyendo seguimos siendo esclavos de la adicción y siempre estará el yo diciendo que un poco más es tolerable con lo cual nunca sabemos cuándo, es la última.

Hago aquí estas consideraciones por si a alguien le sirven para algo.

Yo fumaba veinte cigarrillos al día como mínimo y un trece de diciembre de 2010 estando fumando un cigarrillo a media mañana lo tiré a medio fumar e hice el propósito de no volver a fumar y después de diez años puedo decir que no he vuelto a fumar jamás.

A veces el ello (la parte animal) me dice que sería bueno recordar los aromas del pasado, mas el superyó le replica que sería malo volver a caer en acciones que en vez de placer causan displacer y deterioro físico.

Lo mismo he hecho con el alcohol. He dejado de ser un bebedor social de alcohol. Se puede beber con los demás otras bebidas aunque te  inciten los del alrededor y te miren a veces como a un apestado. De momento llevo desde el 03/11/2020.

A día de hoy 31/12/2020 puedo afirmar que mi Superyó gana la partida en esta guerra entre dioses, diablos, ángeles, arcángeles, y demás personajes de deambulan, e intentan gobernar la mente.

El próximo año contaremos más.

 




















Como hemos dicho anteriormente el superyó, es cultural, por tanto varía en función del entorno, la religión, ideología, sexo, situación económica, estudios, familia y demás condicionantes.

Así el superyó al hacer resumen de lo acontecido a lo largo de todo un día , no queda nunca satisfecho. Ha habido excesos con la bebida, la comida, las drogas, falta de ejercicio físico y así una larga lista que será larga o corta según los ideales del superyó y hace propósito de imponerse al ello al día siguiente.

Llega el día siguiente, los efectos de los excesos del día anterior han disminuido o desaparecido. El ello comienza a demandar placer, buenas sensaciones (tabaco, alcohol, comida, etc.) y aparece el conflicto con el superyó.

El yo en su afán de satisfacer las demandas placenteras del ello argumenta contra el superyó, para que se lleven a cabo los caprichos del ello.

Después de un día de excesos el cuerpo está resentido, el estómago alterado, la cabeza con malestar y el ello no demanda placer y lo ideal del superyó impera pero con el paso del tiempo el cuerpo recupera su tono y el ello ya se siente capaz de soportar nuevas sensaciones, el yo comienza a argumentar que una pequeña dosis de sustancia adictiva es tolerada por el organismo eso lleva a una primera dosis que será la antesala de la segunda.

Las razones aportadas por el yo para satisfacer al ello son variadas y cambian según las circunstancias.

Hoy vamos a tomar menor dosis.

Hoy la vamos a tomar primero para que cuando estemos con el grupo los efectos hayan pasado.

Vamos a aprovechar que ahora estamos solos que luego nos van a ver.

Así van surgiendo justificaciones estúpidas que terminan minando los buenos propósitos del superyó.

La manera más efectiva para terminar con toda esta dialéctica es tomar la decisión radical de suprimir de suprimir totalmente la ingesta de sustancias adictivas, de esta manera se eliminan los razonamientos del yo de:

.-Una dosis no hace daño.

.- Un poco más no lo notan.

.- La vida es para disfrutar.

.- E infinidad de justificaciones absurdas.

.- Los no adictos también padecen y mueren.

Poner en valor la capacidad de hacer valer la voluntad del superyó sobre el yo y el ello es la única manera de terminar con la adicción.

La solución radical es muchísimo más efectiva que el intentar disminuir el consumo, porque aun disminuyendo seguimos siendo esclavos de la adicción y siempre estará el yo diciendo que un poco más es tolerable con lo cual nunca sabemos cuándo, es la última.