Buque Leticia de Naviera Marpetrol

Mi primer embarque como oficial de máquinas

El Leticia fué construido en Vulcano en Vigo. Yo llegué a Vigo el dos de octubre y nos tuvimos que alojar dos oficiales de puente y yo en la Casa del Mar hasta el día de la botadura el día 10 de octubre.

Buque petroquímico de naviera Marpetrol

Buque petroquímico de naviera Marpetrol                     Foto histamar.com.ar

En el verano de 1979 estando de 2º oficial de máquinas en el petroquímico Leticia de la naviera Marpetrol  emprendimos una singladura desde La refinaría de Cepsa en San Roque a Coatzacoalcos situado en el golfo de México en el estado de Veracruz.

En esta singladura estaba a bordo mi esposa Begoña que disfrutaba navegando y que jamás se mareaba.

Llegados a Coatzacoalcos el puerto más importante del estado de Veracruz en el golfo de México donde existen importantes complejos petroquímicos subieron a bordo dos policías que no nos abandonaron hasta que él  Leticia se hizo a la mar rumbo a Tampico.

A los policías se les sirvió de comer con abundante vino y luego con el café disfrutaron de una botella de brandy Fundador, que dejaron temblando. Luego se retiraron a un camarote de dos literas que quedó a su disposición. Más tarde se le vio a uno de ellos volteando el pistolón por los pasillos de la habilitación.

Era Coatzacoalcos en 1979 una ciudad en pleno crecimiento acelerado por el auge de los complejos petroquímicos. La mayoría de los edificios y construcciones eran mayoría muy humildes. La desigualdad social se palpaba en la calle. Los asentamientos irregulares estaban a la vista.

Los servicios de transporte eran realizado por autobuses siempre repletos donde muchos viajaban en el exterior agarrados donde podían, hasta por las ventanillas accedían los mozalbetes más ágiles a su interior.  El taxi llevaba  a cualquiera mientras hubiese plaza y le interesase el itinerario al pasajero.

Las calles  desordenadas y caóticas con muchos puestos ambulantes donde se podía comprar de todo y lo que más abundaba era donde ofrecían zumos de frutas exóticas (para nosotros) que bebíamos con precaución por miedo a una diarrea.  La población era muy joven y multicolor formada por mestizos, indígenas y pocos criollos.  En cualquier lugar se tropezaba uno con gente dormitando en hamacas de red suspendidas en cualquier lugar de modo ingenioso.

Una cosa curiosa era que en los bares normales no admitían mujeres. Entré en uno acompañado de Begoña y toda la parroquia se quedó mirando para nosotros hasta que nos informaron amablemente de que estaba prohibida la entrada de mujeres.

 Sin embargo una vez que se nos terminaron los pesos mejicanos y no quedaba divisa a bordo nos informaron donde podíamos obtener pesos sin ir a una oficina de cambio.

Era este lugar un bar un poco retirado llamado “El Laurel”. Aquí si había mujeres fuera y dentro de la barra, también encontramos algún tripulante del buque Leticia. Pudimos cambiar lo necesario a un precio razonable e incluso mejor que el cambio oficial.

De Coatzacoalcos salimos rumbo a Tampico ciudad más bonita que la anterior donde fuimos a un mercado de artesanía muy interesante donde compramos una carroza hecha con filigranas de  cristal preciosa, un ajedrez y un cenicero con una pipa de ónix.

En este mercado se podía ver como los distintos artesanos elaboraban in situ lo que allí vendían desde los objetos de madera,  cuero, ónix, cristal, plumas y demás materias primas autóctonas.

 Comimos en una plaza donde salieron unos charros a cantar y de pronto se desencadenó un diluvio acompañado de una tormenta de rayos y truenos que algunos parecía que salían de la tierra. Jamás volví a ver tormenta igual y tan cercana.

Fue uno de los muchos viajes de los que tenemos un grato recuerdo.

Ajedrez de onix adquirido en Tampico
1 de octubre de 1980. Mi último día en Marpetrol