Cementero de Holcin España, fué el último de su serie botado en Astilleros del Cantábrico en la decada de los setenta como novedades respecto a los demás tenía mando del motor principal desde el puente y en la habilitación todos los camarotes tenían wc y ducha.

 

Era el único cementero operado por Holcin en España, estaba abanderado en Canarias y cargaba casi siempre en la cementera de Carboneras con tripulación gallega y asturiana en su mayoría. Alvargonzalez llevaba la gestión del personal, mantenimiento y SGS.

La tripulación estaba compuesta por 16 tripulantes. En cubierta: Capitán, dos Oficiales, contramaestre y tres marineros. En la máquina: Jefe, dos Oficiales, caldereta y dos engrasadores y la completaban el cocinero, camarero y el bombero (puesto clave en carga, descarga y mantenimiento de la planta de cemento).

El personal fijo lo formaban 16 tripulantes. Los demás necesarios para dar vacaciones, permisos y bajas se cubría con personal interino.

Al ser buque único de la empresa la mayoría del personal fijo llevaban casi toda su vida de marinos en ese cementero y existían  dos maneras de funcionar dependiendo de quien estubiese de capitán David o Arcadio. Con David todo iba normal, Con Arcadio era una competición en todo: navegar a mayor velocidad,  cargar pronto, descargar rápido, salir a la mar con malas condiciones atmosfericas para dar bandazos y poner en peligro las personas y el buque, acercarse más a las piedras, picar cubierta de rodillas etc, etc.  Había partidarios de uno y de otro.

En la máquina estando de Jefe tuve que llamar al orden al Caldereta por su mala relación laboral con un engrasador. Al preguntarle qué le ocurría con su compañero, me respondió que le caía mal.  ¡Hipólito! Le contesté.- llevarse bien con quién no nos agrada, no tiene mérito alguno, estamos aquí para llevar el barco todos los días a buen puerto y es tarea de todos contribuir a ese fin. Espero que sea la última queja sobre usted.

En la cocina teníamos de cocinero a José Luis «El Colorado» por el color de su cara, siempre más colorada a las doce que a las diez. Siempre le estaba pingando la nariz sobre lo cocinado. Era de Villaviciosa cerca del Pedroso y había llegado a cocinero estando de marinero por decisión de Arcadio para suplir la baja inesperada del cocinero titular.

El Indalo cargaba en Carboneras  localidad, que vivía principalmente del turismo, la pesca, la actividad portuaria, la potabilizadora y la térmica allí establecida, situada en la comarca almeriense de Cabo Gata-Nijar donde aún se apreciaba la actividad pesquera en su puerto y en sus viviendas que aún resistían a la piqueta demoledora impulsada por el turismo, tiene largas playas que cubren el litoral solo interrumpidas por el puerto pesquero, el comercial y el cargadero de la cementera Holcin. Sus gentes amables, su infinidad de chiringuitos (Mariano, La Frontera, El Felipe,………) con sus tapas, la gamba roja de la zona y sus pescados son dignos de visitar.

Los puertos visitados eran Sagunto, Valencia, Cartagena, Ceuta, Motril, Algeciras, Cádiz, Sevilla y Vigo.

Fué una zona que recorrí andando o en bicicleta desde Mojácar a Agua Amarga, pasando por la playa de los Muertos, la Mesa de Roldán, el Hotel Algarrobico y las zorreras en el Camino del Ondo con sus higueras de las que en verano me atiborran de unos higos pequeños almibarados que había que disputar a las avispas. En esta zona he visto zorros, conejos y pájaros que por mi desconocimiento no puedo enumerar.

Así como la vida a bordo no era muy agradable, si lo eran las caminatas, paseos en bici y salidas al pueblo y la playa que disfrutamos Begoña y yo.

Mis singladuras en el Indalo duraron desde el 2006 hasta el 13 de febrero de 2012 en que la Empresa bajo el paraguas del decreto de flexibilidad de despidos del señor Rajoy nos mandó a todos a casa a unos jubilados como yo y a otros al paro. La empresa vendió el barco que siguió haciendo las mismas singladuras  con tripulantes que cobraban la tercera parte y no cotizaban en España.